Escribiendo Cine
No es típico ver cine de acción hecho en argentina. Raros
son los casos, y pocas las experiencias (Comodines, la inminente 8 Tiros). Lo
cierto es que no hay tradición de este tipo de realizaciones y menos de actores
argentinos relacionados con el género. Cuando pensamos en films de este estilo
automáticamente nos vienen a la cabeza nombres como Sylvester Stallone, Arnold
Schwarzenegger o Steven Seagal. Justicia Propia (2013) es un caso excepcional
en todos los sentidos.
Protagonizada por Juan Olmedo, que desarrolló una empresa de
dobles de riesgo para televisión, donde adquirió experiencia y manejo del
género, es el protagonista héroe de Justicia Propia. La historia nos trae a un
policía entrenado por fuerzas especiales envuelto en un caso personal: su
sobrina es asesinada y deberá encontrar –y ajusticiar- a los responsables.
Justicia Propia es una producción independiente que
sorprende por el manejo narrativo y de las tan mentadas escenas de acción. A la
película no le falta nada en materia de explosiones, persecuciones, tiroteos y
peleas en bares coreografiadas. Aquello justamente que no encuentra
antecedentes en el cine nacional, es donde el film alcanza sus puntos más
altos.
Hay que decir también que la película tiene carencias
técnicas en cuanto al sonido y la fotografía, rubros que en algunos lapsos
sacan al espectador de escena. Es la paradoja del film que justo ahí donde
cualquier producción que quiere imitar a films de Hollywood hace agua, Justicia
Propia sale airosa. Solvencia argumental, fluidez narrativa y escenas de acción
grandilocuentes bien diseñadas y producidas.
Justicia Propia va por ese camino, y está a la altura de las
últimas películas de Jean Claude Van Damme (6 balas) o Mel Gibson (Vacaciones
explosivas). En esa línea y con algunos homenajes -a Búsqueda implacable
(Taken, 2008), a Cobra (1986) o a Nico (Above the law, 1988)-, se presenta el
film. Pasando por todos los clichés del cine de acción, sin buscar
verosimilitud y apuntando decididamente a los efectos. Esa es su propuesta y el
espectador habitué saldrá agradecido.
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